Nos encontramos con Carla y Alejandra (su percusionista) en el parque Viveros en Coyoacán, el barrio de artistas y personalidades del siglo pasado como lo fuera Frida Kahlo y Leon Trotski (quien por cierto sería asesinado ahí). Art le dio cita a una parte de su familia, Carla estaba un poco nerviosa pero sonriente y lista para adaptarse a los caprichos de Art quien terminó aprovechándose un poco: la hizo caminar durante mucho tiempo, tomar un taxi sólo para unos cuantos metros, saltarse una comida y esperar durante horas para filmar una canción que al final no se retuvo (pero la versión mp3 está disponible). La hizo recomenzar « Valentina » una y otra vez hasta marearla. Hacía calor sobre los vitrales del invernadero y tuvo que volver a maquillarse en repetidas ocasiones. Ah… y además Art la hizo llorar involuntariamente al final de « Compartir ». Un momento apegado a la imagen de una chica joven, particularmente conmovedor por su vulnerabilidad.
No nos guardó rencor por ese trato, guardando su entusiasmo y su sonrisa en todo momento, sobreponiendo cada pequeño temor para cautivarnos aun mejor con sus canciones casi desnudas. Teníamos una debilidad por Carla Morrison antes de conocerla, desde ahora tenemos un muy fuerte apego por ella y por su música.